A veces algunos alumnos malevolentes y aviesos, se encaraban con el profesor, incluso le insultaban con palabras mal sonantes.
El Profesor muy curtido en el saber jamás se alteraba, incluso mantenía en sus labios una reconfortante y serena semisonrisa.
Siempre era así y los discipulos extrañados, le preguntaron un día:
-Maestro, ¿Como es que si te insultan, tú permaneces indiferente y tranquilo?.
El Maestro repuso:
Porque, queridos míos, los demás me insultan, pero yo no recibo el insulto.
Continuó diciendo el profesor:
Cuando recibáis insultos, seguid vuestra marcha por la vida con ánimo sereno y mente apaciguada.
No añadáis sufrimiento, por culpa de vuestra mente, al sufrimiento cuando los demás traten de hacerlo.
1 comentario:
Hay que hacer caso a lo que aconseja este profe
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