jueves, 14 de mayo de 2009

DISCULPEN LAS MOLESTIAS
















DISCULPEN LAS MOLESTIAS.-Eduardo Galeano., 8 de mayo 2009

Quiero compartir algunas preguntas, moscas que me zumban en la cabeza. ¿Es justa la justicia? ¿Está parada sobre sus pies la justicia del mundo al revés?El zapatista de Irak, el que arrojó los zapatazos contra Bush, fue condenado a tres años de cárcel. ¿No merecía, más bien, una condecoración?¿Quién es el terrorista? ¿El zapatista o el zapateado? ¿No es culpable de terrorismo el serial killer que mintiendo inventó la guerra de Irak, asesinó a un gentío y legalizó la tortura y mandó aplicarla?¿Son culpables los pobladores de Atenco, en México, o los indígenas mapuches de Chile, o los kekchíes de Guatemala, o los campesinos sin tierra de Brasil, acusados todos de terrorismo por defender su derecho a la tierra? Si sagrada es la tierra, aunque la ley no lo diga, ¿no son sagrados, también, quienes la defienden?Según la revista Foreign Policy, Somalia es el lugar más peligroso de todos. Pero, ¿quiénes son los piratas? ¿Los muertos de hambre que asaltan barcos o los especuladores de Wall Street, que llevan años asaltando el mundo y ahora reciben multimillonarias recompensas por sus afanes?¿Por qué el mundo premia a quienes lo desvalijan?¿Por qué la justicia es ciega de un solo ojo? Wal Mart, la empresa más poderosa de todas, prohíbe los sindicatos. McDonald’s, también. ¿Por qué estas empresas violan, con delincuente impunidad, la ley internacional? ¿Será porque en el mundo de nuestro tiempo el trabajo vale menos que la basura y menos todavía valen los derechos de los trabajadores?¿Quiénes son los justos y quiénes los injustos? Si la justicia internacional de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? No van presos los autores de las más feroces carnicerías. ¿Será porque son ellos quienes tienen las llaves de las cárceles?¿Por qué son intocables las cinco potencias que tienen derecho de veto en las Naciones Unidas? ¿Ese derecho tiene origen divino? ¿Velan por la paz los que hacen el negocio de la guerra? ¿Es justo que la paz mundial esté a cargo de las cinco potencias que son las principales productoras de armas? Sin despreciar a los narcotraficantes, ¿no es éste también un caso de “crimen organizado”?Pero no demandan castigo contra los amos del mundo los clamores de quienes exigen, en todas partes, la pena de muerte. Faltaba más. Los clamores claman contra los asesinos que usan navajas, no contra los que usan misiles.Y uno se pregunta: ya que esos justicieros están tan locos de ganas de matar, ¿por qué no exigen la pena de muerte contra la injusticia social? ¿Es justo un mundo que cada minuto destina tres millones de dólares a los gastos militares, mientras cada minuto mueren quince niños por hambre o enfermedad curable? ¿Contra quién se arma, hasta los dientes, la llamada comunidad internacional? ¿Contra la pobreza o contra los pobres?¿Por qué los fervorosos de la pena capital no exigen la pena de muerte contra los valores de la sociedad de consumo, que cotidianamente atentan contra la seguridad pública? ¿O acaso no invita al crimen el bombardeo de la publicidad que aturde a millones y millones de jóvenes desempleados, o mal pagados, repitiéndoles noche y día que ser es tener, tener un automóvil, tener zapatos de marca, tener, tener, y quien no tiene, no es?¿Y por qué no se implanta la pena de muerte contra la muerte? El mundo está organizado al servicio de la muerte. ¿O no fabrica muerte la industria militar, que devora la mayor parte de nuestros recursos y buena parte de nuestras energías? Los amos del mundo sólo condenan la violencia cuando la ejercen otros. Y este monopolio de la violencia se traduce en un hecho inexplicable para los extraterrestres, y también insoportable para los terrestres que todavía queremos, contra toda evidencia, sobrevivir: los humanos somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo, y hemos desarrollado una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, al planeta y a todos sus habitantes.Esa tecnología se alimenta del miedo. Es el miedo quien fabrica los enemigos que justifican el derroche militar y policial. Y en tren de implantar la pena de muerte, ¿qué tal si condenamos a muerte al miedo? ¿No sería sano acabar con esta dictadura universal de los asustadores profesionales? Los sembradores de pánicos nos condenan a la soledad, nos prohíben la solidaridad: sálvese quien pueda, aplastaos los unos a los otros, el prójimo es siempre un peligro que acecha, ojo, mucho cuidado, éste te robará, aquél te violará, ese cochecito de bebé esconde una bomba musulmana y si esa mujer te mira, esa vecina de aspecto inocente, es seguro que te contagia la peste porcina.En el mundo al revés, dan miedo hasta los más elementales actos de justicia y sentido común. Cuando el presidente Evo Morales inició la refundación de Bolivia, para que este país de mayoría indígena dejara de tener vergüenza de mirarse al espejo, provocó pánico. Este desafío era catastrófico desde el punto de vista del orden racista tradicional, que decía ser el único orden posible: Evo era, traía el caos y la violencia, y por su culpa la unidad nacional iba a estallar, rota en pedazos. Y cuando el presidente ecuatoriano Correa anunció que se negaba a pagar las deudas no legítimas, la noticia produjo terror en el mundo financiero y el Ecuador fue amenazado con terribles castigos, por estar dando tan mal ejemplo. Si las dictaduras militares y los políticos ladrones han sido siempre mimados por la banca internacional, ¿no nos hemos acostumbrado ya a aceptar como fatalidad del destino que el pueblo pague el garrote que lo golpea y la codicia que lo saquea?Pero, ¿será que han sido divorciados para siempre jamás el sentido común y la justicia?¿No nacieron para caminar juntos, bien pegaditos, el sentido común y la justicia?¿No es de sentido común, y también de justicia, ese lema de las feministas que dicen que si nosotros, los machos, quedáramos embarazados, el aborto sería libre? ¿Por qué no se legaliza el derecho al aborto? ¿Será porque entonces dejaría de ser el privilegio de las mujeres que pueden pagarlo y de los médicos que pueden cobrarlo?Lo mismo ocurre con otro escandaloso caso de negación de la justicia y el sentido común: ¿por qué no se legaliza la droga? ¿Acaso no es, como el aborto, un tema de salud pública? Y el país que más drogadictos contiene, ¿qué autoridad moral tiene para condenar a quienes abastecen su demanda? ¿Y por qué los grandes medios de comunicación, tan consagrados a la guerra contra el flagelo de la droga, jamás dicen que proviene de Afganistán casi toda la heroína que se consume en el mundo? ¿Quién manda en Afganistán? ¿No es ese un país militarmente ocupado por el mesiánico país que se atribuye la misión de salvarnos a todos?¿Por qué no se legalizan las drogas de una buena vez? ¿No será porque brindan el mejor pretexto para las invasiones militares, además de brindar las más jugosas ganancias a los grandes bancos que en las noches trabajan como lavanderías?Ahora el mundo está triste porque se venden menos autos. Una de las consecuencias de la crisis mundial es la caída de la próspera industria del automóvil. Si tuviéramos algún resto de sentido común, y alguito de sentido de la justicia ¿no tendríamos que celebrar esa buena noticia? ¿O acaso la disminución de los automóviles no es una buena noticia, desde el punto de vista de la naturaleza, que estará un poquito menos envenenada, y de los peatones, que morirán un poquito menos?Según Lewis Carroll, la Reina explicó a Alicia cómo funciona la justicia en el país de las maravillas:–Ahí lo tienes –dijo la Reina–. Está encerrado en la cárcel, cumpliendo su condena; pero el juicio no empezará hasta el próximo miércoles. Y por supuesto, el crimen será cometido al final.En El Salvador, el arzobispo Oscar Arnulfo Romero comprobó que la justicia, como la serpiente, sólo muerde a los descalzos. El murió a balazos, por denunciar que en su país los descalzos nacían de antemano condenados, por delito de nacimiento.El resultado de las recientes elecciones en El Salvador, ¿no es de alguna manera un homenaje? ¿Un homenaje al arzobispo Romero y a los miles que como él murieron luchando por una justicia justa en el reino de la injusticia?A veces terminan mal las historias de la Historia; pero ella, la Historia, no termina. Cuando dice adiós, dice hasta luego.

1 comentario:

Antonio Andrade dijo...

Tienes toda la razón, el mundo se rige por la delincuencia y la injusticia, y es cierto que está regido por personas que tiene el poder de cambiar y hacer cumplir la Justica pero su propósito es el negocio.
Por eso la pregunta ¿es justa la justicia? La justicia es una virtud que inclina a mantener o administrar lo que es recto de manera equitativa e imparcial y según una norma.
¿Está parada sobre sus pies la justicia del mundo al revés? Examinemos estos comentarios que contesta esta pregunta.
sobr*** w05 1/6 págs. 6-7 ¿Hacia dónde se dirige este mundo? ***
UNIDAD MUNDIAL. ¡Qué idea tan llamativa! ¿Acaso no la anhelamos todos? Claro que sí, y se ha hablado mucho de ella. Las reuniones de los dirigentes mundiales se han centrado repetidamente en este tema. En agosto del año 2000 se congregaron más de mil guías religiosos en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York con el objeto de celebrar la Cumbre del Milenio por la Paz Mundial. Aunque se trataron las soluciones a los conflictos internacionales, la reunión misma fue un reflejo de las interminables controversias de este mundo. Un muftí de Jerusalén se negó a asistir debido a que estaría presente un rabino judío. Otros participantes se ofendieron porque al Dalai Lama no se le invitó los primeros dos días por temor a suscitar la hostilidad de China.
En octubre de 2003, las naciones del Pacífico analizaron la cuestión de la seguridad mundial en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), celebrada en Tailandia. Las veintiuna naciones presentes prometieron desmantelar los grupos terroristas y concordaron en tomar medidas para aumentar la seguridad global. No obstante, durante la conferencia hubo varios representantes que se quejaron de los comentarios que hizo un primer ministro, pues les parecieron acusaciones llenas de odio contra los judíos.
¿Por qué no hay unidad?
Aunque se habla mucho de unir al mundo, vemos pocos resultados concretos. A pesar de los intentos sinceros de mucha gente, ¿por qué sigue siendo la unidad mundial un objetivo inalcanzable en este siglo XXI?
Parte de la respuesta se refleja en este comentario de cierto primer ministro que asistió a la conferencia APEC: “Hay lo que llamamos orgullo nacional”. Así es, la sociedad humana está sumida en el nacionalismo. Cada nación y grupo étnico es motivado por su deseo de autodeterminación. La soberanía nacional, el espíritu competitivo y la codicia forman todos juntos una mezcla explosiva. En numerosas ocasiones, cuando los intereses nacionales entran en conflicto con los intereses mundiales, predominan los nacionales.

¿Qué se requiere?
La única manera como el planeta llegará a estar unido es mediante una sola autoridad mundial que vele por los intereses de toda la humanidad. Muchos a quienes les preocupa la situación reconocen que dicha autoridad es necesaria, pero con frecuencia la buscan en el lugar equivocado. Por ejemplo, numerosos comentaristas, entre ellos guías religiosos, han animado a las personas a confiar en que las Naciones Unidas lograrán la unidad mundial. No obstante, prescindiendo de lo nobles que sean los ideales de las organizaciones humanas, estas nunca han podido resolver los problemas internacionales de la humanidad. Al contrario, la mayoría de ellas se han convertido en un reflejo de la desunión que existe entre diversas naciones.
La Biblia advierte que no acudamos a las instituciones humanas en busca de la solución al decir: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna” (Salmo 146:3). ¿Significa eso que estamos en un callejón sin salida en lo concerniente a la unidad mundial? Claro que no. Hay otra forma de alcanzarla.
Muchas personas ignoran que Dios ya ha establecido un gobierno capaz de unir al mundo. La Biblia dice tocante a Jehová Dios: “Yo, sí, yo, he instalado a mi rey sobre Sión, mi santa montaña. Pídeme, para que dé naciones por herencia tuya, y los cabos de la tierra por posesión tuya propia” (Salmo 2:6, 8). Fíjese en que el texto dice que Jehová Dios ha ‘instalado a su rey’, a quien llama “mi hijo” en el versículo 7. Este es nada menos que el mayor de los hijos espirituales de Dios, Jesucristo, a quien se le ha conferido autoridad sobre todas las naciones.
Cómo se logrará la unidad mundial
La mayoría de la gente no reconoce la gobernación celestial que Dios ha establecido. Las naciones se aferran obstinadamente a su supuesto derecho a la soberanía. Sin embargo, Dios no tolerará a quienes se niegan a reconocer Su soberanía y el gobierno que él ha constituido. Respecto a las personas que no aceptan esta provisión divina, Salmo 2:9 dice: “Las quebrarás [tú, el Hijo, Jesucristo] con cetro de hierro, como si fueran vaso de alfarero las harás añicos”. Sea que se den cuenta de ello o no, las naciones actualmente se encaminan hacia un choque con Dios. El último libro de la Biblia dice que a “los reyes de toda la tierra habitada” se les está reuniendo “a la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” (Revelación [Apocalipsis] 16:14). Las naciones y sus métodos divisivos serán eliminados, lo que preparará el camino para que el gobierno de Dios cumpla su comisión sin estorbos.
Jehová Dios, el Soberano Universal, sabiamente ejercerá su poder mediante su Hijo para efectuar los cambios necesarios a fin de producir un mundo unido. El gobierno divino traerá verdadera unidad y concederá bendiciones a todos los amantes de la justicia. ¿Por qué no dedica unos minutos a leer en su Biblia el Salmo 72? Allí se ofrece una representación profética de lo que la gobernación bajo el Hijo de Dios hará por la humanidad. Habrá auténtica unidad mundial y desaparecerán todos los problemas de la gente, como la opresión, la violencia y la pobreza, entre otros.
En este mundo dividido hay muchos que creen que tal esperanza es poco realista, pero sería un error llegar a esa conclusión. Las promesas de Dios nunca han fallado y nunca fallarán (Isaías 55:10-11) Porque tal como la lluvia fuerte desciende, y la nieve, desde los cielos, y no vuelve a ese lugar, a menos que realmente sature la tierra y la haga producir y brotar, y realmente se dé semilla al sembrador y pan al que come, 11 así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado..
¿Le gustaría presenciar ese cambio? Puede hacerlo. De hecho, existe un pueblo que ya se está preparando para ese tiempo. Lo componen personas de todas las naciones que, en vez de pelear, se someten unidamente a la soberanía de Dios (Isaías 2:2-4). ¿Quiénes son? Se les conoce como los testigos de Jehová. ¿Por qué no acepta la invitación de visitar el lugar donde se reúnen? Seguramente disfrutará de estimulante compañerismo con este pueblo que puede ayudarle a someterse a la soberanía de Dios y gozar de una unidad que durará para siempre.