martes, 21 de abril de 2009

¿QUE ES LA MUERTE? NUESTRAS ACTITUDES














































Es claro que la muerte nos interesa a todos, desde el punto de vista filosófico es la muerte del ser humano

La muerte es un límite, es el límite definitivo de la existencia de la persona humana; desde la perspectiva de la medicina, la muerte acaece cuando los órganos vitales dejan de funcionar y con ello el cuerpo empieza a descomponerse, en este mismo sentido mueren los animales y las plantas.

Así podríamos definir la muerte como la pérdida de las propiedades características de la vida, la destrucción del organismo.

La muerte es el final de un proceso natural, desde el nacimiento y pasa en el mejor de los casos, por la infancia, madurez y vejez.

La muerte tiene la particularidad que la persona humana sabe que tiene que morir, el ser humano es consciente de su propia muerte, ello condiciona toda su existencia, sentimos la necesidad de actuar, hacemos planes, además hace que valoremos todos lo que nos rodea.

Cuando la muerte llega ya no estamos, sólo la experimentamos a través de la muerte de los demás

ACTITUDES ANTE LA MUERTE


Todas y cada una de las cosas que nos suceden durante nuestra vida son acogidas con diferentes talantes, todo depende de la forma de ser, de la edad, el estado de ánimo, las creencias, de los conocimientos etc. Todos sabemos que tiene que llegar, pero no todos la esperamos del mismo modo.
LA ACEPTACIÓN,- Es propia de quienes rechazan cualquier tipo de temor o rebelión, los epicúreos o estoicos, dicen: la muerte no existe mientras vivimos no estamos muertos y cuando estemos muertos ya no existiremos, cuando la muerte llega ya no estamos. Para el Cristianismo o el Judaísmo la muerte es sólo un medio para llegar a Dios, luego no debemos entristecernos.
Los esquimales pueden ser otro ejemplo de aceptación, los ancianos prefieren morir y no ser una carga, eligen voluntariamente la muerte, la costumbre es dejarlos abandonados entre la nieve para morir de frío o devorados por alguna fiera.




ACTITUD DE REBELIÓN ANTE LA MUERTE

Todos sabemos que la muerte es inevitable, sin embargo algunos se rebelan, la rechazan, para quienes así piensan no es suficiente con pervivir en la memoria de los demás a través de la fama o de las obras o de los hijos, ellos quieren seguir viviendo, se agarran a la vida como a un clavo ardiendo, no quieren dejarla, no sirve de nada crear un más allá porque desconfían de que como será ese otro lugar. Las personas que tienen este talante rechazan que las dos cosas más importantes de nuestra existencia nos ocurran sin contar con nosotros: el nacer y el morir.




CONCEPCIONES ACERCA DE LA MUERTE

La muerte además es un misterio, podemos prevela, temerla, incluso ansiarla, pero no sentirla ni conocerla, es una incógnita, a causa de este desconocimiento tan grande se ha especulado mucho acerca de la misma

En todas las épocas y culturas se ha desarrollado la creencia de que existe otra vida después de la muerte

La muerte como tránsito.- la destrucción del cuerpo no tiene por que significar la destrucción total de la persona. Aceptan que la muerte no es un dejar de existir el alma continua VIVIENDO, ES EL TRÁNSITO DEL ALMA A UNA VIDA DISTINTA O INCLUSO UNA VIDA MEJOR;, otros creen que el difunto se encarna en otra persona o animal y vuelva a reiniciar un nuevo ciclo de vida. En definitiva son concepciones de la muerte en las que se espera que esta sea un pasaporte para otro tipo de existencia.
La muerte como algo definitivo.- Suelen mantener esta postura los que consideran al ser humano como un ser exclusivamente material y al morir no hay nada mas que continúe existiendo.




EL TEMOR A LA MUERTE

Probablemente esta sea la actitud más extendida: EL MIEDO. Algunas personas sienten pavor nada más oír hablar de la muerte, pruebe de ello son los eufemismos que suelen utilizarse “Que Dios lo tenga en su gloria” “Ha pasado a mejor vida” “lo ha recogido Dios” etc. Los humanos tememos a lo desconocido y la muerte es el ejemplo máximo. Inquietarse a causa de ella es una medida preventiva y saludable. Pensadores como Hobbes o Ffreud, afirmaron que las religiones derivan del miedo, hay quienes necesitan algo que les ayude a vencer ese temor, el temor está ahí y no podemos deshacernos de él, pero nos gustaría no tenerlo, sólo sabemos que se nos pone la “carne de gallina” cuando alguien comienza a relatar sobre el tema, como ocurren en estos momentos.



EL APRECIO POR LA VIDA

Cuenta una parábola budista que, un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. Por la noche antes de acostarse, la ponía boca a bajo y, por la mañana le daba la vuelta. Un novicio le preguntó perplejo acerca de aquella costumbre, el monje explicó: que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de aceptación de su propia mortalidad. El ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por lo tanto, estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. Y cada mañana ponía la taza boca arriba para aceptar el obsequio de un nuevo día. El monje vivía la vida día a día, reconociendo cada amanecer como un regalo maravilloso, pero también estaba preparado para abandonar este mundo al final de cada jornada.
Miguel Hernández, el gran poeta español de la genración del 27, le dedicó un esplendido poema a su amigo del alma Ramón Sijé, su texto termina así:
"A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma compañero."
LA IMPORTANCIA DE APRECIAR LA VIDA

Quienes han estado cerca de la muerte, han sobrevivido a un accidente o han curado de alguna enfermedad grave dicen o mejor dicho decimos que ahora se aprecia más la vida porque se han encontrado cara a cara con la muerte, somos pocas personas las que apreciamos la vida como se debe, estamos tan ocupados, las tareas cotidianas, proyectos, etc. hacen que se nos olvide el valor de un día a día. Pensemos por un momento en las personas que quedaron atrapadas en los trenes de cercanías del 11-M, o los que inevitablemente se encuentran inmersos en una guerra.
El día a día es hermoso. No esperemos a valorarlo cuando ya no sea hoy sino ayer.
Son muchas las personas que ponen el presente al servicio del pasado o del futuro. Están siempre dándole vueltas a lo que han hecho o proyectando lo que van a hacer, y nunca están en el ahora. El pasado no existe, ya no está y el futuro tampoco existe, no ha llegado todavía. Sólo tenemos el ahora, vivamos pues la vida con intensidad.

6 comentarios:

tataty dijo...

algunos grupos esotéricos y algunas religiones hablan de descarnar, se descarna o mejor dicho se deja la carga fisica (cuerpo), por algún tiempo, horas, días, años y para luego reencarnar nuevamente o volver a nacer,...a mi en lo particular me agrada pensar que es asi...eso me da la serenidad de imaginarme a mis seres queridos en otra dimesión donde estarán descansando en verdadera paz.

Ampi dijo...

Enhorabuena por el trabajo que has hecho sobre este tema, el cual, para mí, resulta, de todo punto imposoble, el poderme expresar al respecto. Me impone demasiado y dejo, en cuanto puedo,de pensar en él

Anónimo dijo...

it-2 págs. 427-431 Muerte
MUERTE
Cese de todas las funciones vitales; por lo tanto, lo contrario de la vida. (Dt 30:15, 19.) En la Biblia, se aplican las mismas palabras del lenguaje original que se traducen “muerte” o “morir” tanto al hombre como a los animales y plantas. (Ec 3:19; 9:5; Jn 12:24; Jud 12; Rev 16:3.) Sin embargo, en el caso de los humanos y los animales, la Biblia muestra la función esencial de la sangre en mantener la vida al decir que el “alma de la carne está en la sangre”. (Le 17:11, 14; Gé 4:8-11; 9:3, 4.) Tanto del hombre como de los animales se dice que ‘expiran’, esto es, ‘exhalan’ el aliento de vida (heb. nisch•máth jai•yím). (Gé 7:21, 22; compárese con Gé 2:7.) Y las Escrituras muestran que tanto en el hombre como en los animales la muerte sigue a la pérdida del espíritu (fuerza activa) de vida (heb. rú•aj jai•yím). (Gé 6:17, nota; 7:15, 22; Ec 3:19; véase ESPÍRITU.)

Según la Biblia, ¿qué es la muerte?

Es interesante ver la consonancia existente entre estas declaraciones bíblicas y lo que científicamente se denomina el proceso de la muerte. En el hombre, por ejemplo, cuando el corazón deja de latir, la sangre cesa de transportar los nutrientes y el oxígeno (que se obtiene al respirar) a los miles de millones de células del cuerpo. Sin embargo, según se señala en The World Book Encyclopedia (1987, vol. 5, pág. 52b), “cuando los pulmones y el corazón dejan de funcionar, puede decirse que la persona está clínicamente muerta, aunque no tiene que significar necesariamente que se haya producido la muerte somática. Las células del cuerpo viven aún varios minutos, de modo que si el corazón y los pulmones reanudan su funcionamiento y suministran a las células el oxígeno necesario, aún es posible reanimar a la persona. Al cabo de unos tres minutos, comienzan a morir las células cerebrales, las más sensibles a la falta de oxígeno. Al poco tiempo, la persona estará muerta sin posibilidad de reanimación, y el resto de las células irá muriendo gradualmente. Las últimas en morir son las células óseas, capilares y dérmicas, cuyo crecimiento puede continuar durante varias horas”. Así que aunque es evidente que la respiración y la sangre son necesarias para mantener la fuerza activa de vida (rú•aj jai•yím) en las células, también se hace patente que la muerte no solo se debe a que cesa la respiración o a que el corazón deja de latir, sino a que la fuerza de vida o espíritu desaparece de las células del cuerpo. (Salmo 104:29) Si ocultas tu rostro, se perturban. Si les quitas su espíritu, expiran, y a su polvo vuelven.
(Salmo 146:4) Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos.
(Eclesiastés 8:8) No hay hombre que tenga poder sobre el espíritu para restringir el espíritu; tampoco hay poder de control en el día de la muerte; ni hay licencia alguna en la guerra. Y la iniquidad no proveerá escape a los que se entregan a ella.

La condición de los muertos. La Palabra de Dios muestra que los muertos “no tienen conciencia de nada en absoluto” y que la muerte es una condición de inactividad total. (Eclesiastés 9:5) Porque los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto, ni tienen ya más salario, porque el recuerdo de ellos se ha olvidado.
(Eclesiastés 9:10) Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu mismo poder, porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol, el lugar adonde vas.
(Salmo 146:4) Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos.
Se dice que los que mueren van al “polvo de la muerte” (Sl 22:15), y que “están impotentes en la muerte”. (Pr 2:18; Isa 26:14.) En la muerte no hay mención de Dios ni se le alaba. (Sl 6:5; Isa 38:18, 19.) Tanto en las Escrituras Hebreas como en las Griegas la muerte se asemeja al sueño, comparación que no solo es apropiada debido a la inconsciencia de los muertos, sino también porque tienen la esperanza de despertar gracias a la resurrección. (Salmo 13:3) Míra[me], sí; respóndeme, oh Jehová Dios mío. Haz brillar mis ojos, sí, para que no me duerma en la muerte,
(Juan 11:11-14) Dijo estas cosas, y después de esto les dijo: “Nuestro amigo Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño”. 12 Por lo tanto los discípulos le dijeron: “Señor, si está descansando, recobrará la salud”. 13 Sin embargo, Jesús había hablado de la muerte de aquel. Pero ellos se imaginaban que él estaba hablando de descansar en el sueño. 14 Entonces, por lo tanto, Jesús les dijo francamente: “Lázaro ha muerto,
Al resucitado Jesús se le llama “las primicias de los que se han dormido en la muerte”. (1Co 15:20, 21; véanse HADES; SEOL.)
Mientras que los antiguos egipcios y otros pueblos paganos, especialmente los filósofos griegos, creían en la inmortalidad del alma humana, tanto las Escrituras Hebreas como las Griegas dicen que el alma (heb. né•fesch; gr. psy•kjḗ) muere (Jue 16:30; Eze 18:4, 20; Rev 16:3), que necesita que se la libre de la muerte (Jos 2:13; Sl 33:19; 56:13; 116:8; Snt 5:20) o, como sucede en el caso de la profecía mesiánica concerniente a Jesucristo, que puede ‘derramarse hasta la mismísima muerte’. (Isa 53:12; compárese con Mt 26:38.) El profeta Ezequiel condena a los que tramaban “dar muerte a las almas que no deberían morir” y “conservar vivas a las almas que no deberían vivir”. (Eze 13:19; véase ALMA.)
Por ello, en el Vocabulario Bíblico de la versión de Evaristo Martín Nieto (edición de 1974) se comenta lo siguiente bajo el apartado “Antropología bíblica”: “Hay que evitar, ante todo, el concepto nuestro, procedente de la filosofía griega, que considera al hombre como un ser compuesto de dos sustancias —alma y cuerpo— distintas y bien definidas”. De igual manera, Edmond Jacob, profesor de Antiguo Testamento de la universidad de Estrasburgo, señala que, puesto que en las Escrituras Hebreas la vida se halla relacionada directamente con el alma (heb. né•fesch), “es lógico que la muerte se represente en ocasiones como la desaparición de esta né•fesch. (Gén. 35:18; I Reyes 17:21; Jer. 15:9; Jonás 4:3.) El que la né•fesch ‘salga’ debe entenderse como una figura retórica, pues no continúa existiendo con independencia del cuerpo, sino que muere junto con él. (Núm. 31:19; Jue. 16:30; Ezeq. 13:19.) Ningún texto bíblico apoya la opinión de que el ‘alma’ se separa del cuerpo en el momento de morir”. (The Interpreter’s Dictionary of the Bible, edición de G. A. Buttrick, 1962, vol. 1, pág. 802.)
Redención de la condena a la muerte. El Salmo 68:20 dice: “A Jehová el Señor Soberano pertenecen los caminos de salir de la muerte”. Por medio del sacrificio de su vida humana, Jesucristo se convirtió en el “Agente Principal” de la vida y la salvación (Hch 3:15; Heb 2:10), y por medio de él se asegura la abolición de la muerte. (2Ti 1:10.) Cuando Jesús murió, ‘gustó la muerte por todo hombre’ y proveyó un “rescate correspondiente por todos”. (Heb 2:9; 1Ti 2:6.) Por medio del “solo acto de justificación” de Jesús, se hizo posible cancelar la condenación a la muerte causada por el pecado, de manera que hombres de toda clase pudieran disfrutar de ser “[declarados] justos para vida”. (Ro 5:15, 16, 18, 19; Heb 9:27, 28; véanse DECLARAR JUSTO; RESCATE.) Así que se podía decir que los seguidores verdaderos de Jesús en efecto habían “pasado de la muerte a la vida”. (Jn 5:24.) Sin embargo, los que desobedecen al Hijo y no ejercen amor ‘permanecen en muerte’ y bajo la condenación de Dios. (1Jn 3:14; Jn 3:36.) Los que quieren estar libres de condenación y de la “ley del pecado y de la muerte” han de guiarse por el espíritu de Dios y producir sus frutos, pues “tener la mente puesta en la carne [pecaminosa] significa muerte”. (Ro 8:1-6; Col 1:21-23.)
Jesús comparó su trayectoria de sacrificio, que culminó con su muerte y resurrección, a un bautismo. (Mr 10:38, 39; Lu 12:50; compárese con Ef 4:9, 10.) El apóstol Pablo mostró que los seguidores ungidos de Jesús también experimentarían un bautismo similar en la muerte, para a continuación resucitar a gloria celestial. (Ro 6:3-5; Flp 3:10, 11.) Cuando Pablo expresó su ferviente deseo de recibir la herencia de la vida celestial, explicó que los cristianos engendrados por espíritu no anhelaban la muerte en sí misma, ni tampoco permanecer “desnudos” en ella, sino el hecho de ‘ponerse’ un cuerpo celestial con el fin de ‘hacer su hogar con el Señor’. (2Co 5:1-8; compárese con 2Pe 1:13-15.) Entretanto, pese a que la muerte ‘obra’ en ellos, llevan mediante su ministerio un mensaje de vida a las personas. (2Co 4:10-14; Pr 18:21; véase BAUTISMO [Bautismo en Cristo Jesús, en su muerte].)
Entre los que se benefician de ese ministerio se cuenta la gran muchedumbre, que tiene la perspectiva de sobrevivir a la gran tribulación y disfrutar de vida eterna en una tierra paradisiaca. Debido a que ejercen fe en el valor expiatorio del sacrificio de Jesús, también llegan a hallarse en una condición limpia ante Dios. (1Jn 2:2; Rev 7:9, 14.)
Jesús dice que él mismo tiene “las llaves de la muerte y del Hades” (Rev 1:18), y las utiliza para librar a aquellos de quienes la muerte ha hecho presa. (Jn 5:28, 29; Rev 20:13.) El hecho de que Jehová Dios librase a Jesús del Hades “ha proporcionado a todos los hombres una garantía” del venidero día de juicio de Dios, y asegura que habrá una resurrección para los que se hallan en el Hades. (Hch 17:31; 1Co 15:20, 21.) De los que heredan el reino de Dios en inmortalidad se dice que triunfan sobre la muerte mediante su resurrección, con lo que se vence el “aguijón” de esta. (1Co 15:50, 54-56; compárese con Os 13:14; Rev 20:6.)
La destrucción de la muerte. Isaías 25:8 registra la profecía de que Dios “realmente se tragará a la muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro”. El aguijón que produce la muerte es el pecado (1Co 15:56), de modo que la muerte obra en el cuerpo de todos los que tienen el pecado y la imperfección resultante. (Ro 7:13, 23, 24.) Por lo tanto, para suprimir la muerte, es necesario eliminar lo que la causa: el pecado. Cuando se haya erradicado el último vestigio de pecado de la humanidad obediente, la autoridad de la muerte se habrá abolido, y la muerte misma será destruida, lo que se conseguirá durante el reinado de Cristo. (1Co 15:24-26.) Por eso, la muerte, que sobrevino a la raza humana como consecuencia de la transgresión de Adán, “no será más”. (Ro 5:12; Rev 21:3, 4.) Su destrucción se asemeja de manera figurada a que se la arroje en un “lago de fuego”. (Rev 20:14; véase LAGO DE FUEGO.)
Los “dolores de la muerte”. En Hechos 2:24 el apóstol Pedro dice que Jesús fue ‘desatado de los dolores de la muerte, porque no era posible que él continuara retenido por ella’. La palabra griega (ō•dín) que se traduce aquí “dolores” se refiere en otros pasajes a los dolores de parto (1Te 5:3), pero también puede significar agonía, dolor, calamidad o angustia en sentido general. (Mt 24:8.) Además, los traductores de la Septuaginta griega tradujeron con ella la palabra hebrea jé•vel en textos donde el significado evidente es “soga”. (2Sa 22:5, 6; Sl 18:4, 5.) Una palabra hebrea de la misma familia significa “dolores de parto”, lo que ha llevado a algunos comentaristas y lexicógrafos a la conclusión de que el término griego (ō•dín) que Lucas usó en Hechos 2:24 también tenía este doble sentido, al menos en el griego helénico de tiempos apostólicos. Por eso, muchas traducciones leen en este versículo: “las ataduras [“ligaduras”, AFEBE, CB, EMN, Sd; “lazos”, CI, Vi, 1977; “vínculos”, Ga] de la muerte” (FF, Mensajero, NBE, NC, SA y otras). En numerosos textos el peligro de muerte se representa intentando atrapar en un lazo a la persona amenazada (Pr 13:14; 14:27), con sogas que le rodean y le bajan a “las circunstancias angustiosas del Seol”. (Sl 116:3.) Aunque los textos ya examinados muestran que en la muerte no hay consciencia, y es obvio que Jesús no sufrió dolor literal mientras estuvo muerto, no obstante se presenta la muerte como una experiencia amarga y angustiosa (1Sa 15:32; Sl 55:4; Ec 7:26), no solo por el dolor que normalmente la precede (Sl 73:4, 5), sino por la pérdida de toda actividad y libertad que produce su paralizante agarro. De modo que es posible que fuera en este sentido como la resurrección de Jesús le ‘desató’ de los “dolores de la muerte” y le liberó de su angustioso agarro.
Cambio en la condición espiritual. La muerte se usa para ilustrar la condición de muerte espiritual de todo el mundo, de manera que Jesús pudo hablar de que los ‘muertos enterraran a los muertos’, y el apóstol pudo referirse a la mujer que vivía para la satisfacción sensual diciendo que “está muerta aunque esté viviendo”. (Lu 9:60; 1Ti 5:6; Ef 2:1.) Y como la muerte física exime de las deudas u obligaciones contraídas (Ro 6:7), el que se desobligue o se libere a un cristiano del pecado y de la condenación de la ley mosaica también se asemeja a la muerte, pues tal persona ha ‘muerto’ en cuanto a su situación y obligaciones anteriores. (Ro 6:2, 11; 7:2-6.) El que muere así de manera figurada todavía está vivo físicamente, y queda libre para seguir a Cristo como un esclavo de la justicia. (Ro 6:18-20; Gál 5:1.)
El uso de la muerte para representar un cambio de condición ayuda a entender visiones proféticas como la del libro de Ezequiel, donde se asemeja al pueblo de Dios exiliado en Babilonia a huesos secos y a personas muertas y enterradas. (Eze 37:1-12.) Estas tenían que “llegar a vivir” otra vez y establecerse de nuevo en su propio suelo. (Eze 37:13, 14.) Se hallan ilustraciones comparables en Revelación 11:3, 7-12 y Lucas 16:19-31.
A. Andrade

Anónimo dijo...

EL ANHELO DE LA MUERTE

Es probable que esta actitud sea la menos extendida, pero dado que hay quienes la tienen, nos ha parecido bien comentarla.
En nuestro mundo “civilizado” hay personas que desean morir justificada o injustificadamente, en eso no vamos a entrar son personas convencidas de que la muerte les dará un descanso que en vida no conocen. Jóvenes destrozados por las drogas, personas en plena madurez que se quedan sin trabajo, enfermos que no soportan el dolor propio o el que causan a su familia etc.
Los místicos españoles del siglo XVI Santa de Teresa de Ávila, o San Juan de la Cruz, anhelaban el encuentro con Dios. Esta vida era sólo el umbral de la casa donde querían estar; esta vida era sólo el camino para su gloria.

“Vivo sin vivir en mí,
Y de tal manera espero,
Que muero porque no muero”

“¡Ay, que larga es esta vida!
Que duros estos destierros,
Esta cárcel, estos hierros
En que el alma está metida
Sólo esperar la salida
Me causa dolor tan fiero,
Que muero porque no muero”

Inmutable dijo...

no encuentro explicación a la muerte de mi madre, a veces la siento bien en mi, pero a veces siento que ya no está. Mi madre que estás en algún lugar mejor, no concibo otra cosa. Sólo espérame y quizá vaya contigo para que me cobijes de nuevo en tu regazo, y si no llego, sé que estarás en busca mía y te abrazaré para acariciar tu pelo de olores de flor.

Anónimo dijo...

La parábola del budista y la taza me parece fenomenal. Creo que la actitud que tengamos ante la muerte depende mucho de la actitud que tengamos frente a la vida. Si ante la vida adoptamos un aactitud individualista y acaparadora, la actitud ante la muerte será de negación y no aceptación si empezamos cada día agradeciendo y corpartiendo los biens que gozamos, estaremos un poco mas preparados para aceptar la muerte.
Pepe, eres fenomenal. Continúa ilustrándonos.